EMOCIÓN SOCIAL VS. EMOCIÓN OCULTA

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LA EMOCIÓN SOCIAL VS. LA EMOCIÓN OCULTA

Cuando una persona acude a la consulta de BNE es porque tiene un síntoma físico o emocional que quiere tratar. Lo primero que pregunto es “¿desde cuándo?” Y aquí, al contrario de lo que pasaría en una terapia psicoanalítica, no le dejamos contar su historia que está llena de justificantes mentales, previniendo así la contaminación del especialista, cuyo inconsciente debe estar limpio de juicios y de valores para poder ayudar al cliente a encontrar la causa de su aflicción.

Por tanto, vamos a buscar la historia que está detrás de la historia. Le decimos que se sitúe en el contexto del momento en que surge el síntoma, trayéndolo al presente, es decir le hacemos revivir la situación: cuál es su pensamiento y cómo se siente. Son dos preguntas mentales.

Vamos avanzando hacia cuál es su emoción social: puede decir que es tristeza. Pero sabemos que esta emoción viene envuelta de aceptación socio-cultural y familiar, la que su cerebro emocional o sistema límbico le “permite sentir”.

Entonces entramos en la verdadera emoción, en la que está oculta y que es visceral: puede ser ira, dolor, miedo, odio, asco. Es la emoción desprovista de juicio y de razón. Es la que se conoce como cerebro reptiliano, arcaico, primitivo.

En un momento dado, un impacto emocional dramático, inesperado y conflictivo, hace saltar un programa que teníamos grabado en el inconsciente, sellado de tal forma que el consciente no llega a enterarse, porque es que además no lo admitiría: digo que siento tristeza porque la emoción oculta es odio.

Cada síntoma biológico tiene una conexión emocional determinada. Cuando hacemos resentir esa emoción que lo ocasionó, el cliente toma conciencia. Caso clínico: una mujer joven viene a mi consulta con unas manchas diagnosticadas como psoriasis, es un conflicto con el padre de protección y de contacto, con miedo a que la agredan. Le aparecen justo después de empezar a tener relación con su padre, con el que estaba distanciada. La emoción oculta era de rabia porque realmente ella no quería ir a ver a su padre, pero conscientemente justificaba el viaje porque “tenía que ser una buena hija”.  La psoriasis aparece cuando ella entra en incoherencia emocional: pensamiento, sentimiento y acción no están alineados. Cuando tomó conciencia de su verdadera emoción y de que no tenía que sentir culpa, las manchas empezaron a borrarse.

Nunca la causa está afuera. Lo importante es que este mensaje vaya haciendo mella en las personas y es que debemos cambiar de pensamiento en cuanto nos empieza a doler o a molestar algo. Si estoy resfriada, el pensamiento tradicional sería tomé frío. El biológico es que me pregunte qué hay en el aire que me siento amenazada. La correcta interpretación es buscar el sentido biológico de la enfermedad o del síntoma, que viene a decirnos “sanemos algo de nuestro interior”. Sanando la mente el cuerpo le sigue de manera invariable. Al revés de lo que decían los romanos: corpore sano in mens sana.

GRACIELA A. QUATTROCCHI – Especialista en BioNeuroEmoción (BNE)