LA TERAPIA DEL ESPEJO
Cuando nos miramos al espejo vemos reflejada una imagen de figura
humana que, nos guste más o nos guste menos, no dudamos que se trata de
nosotros mismos. Esa que está ahí soy yo, ese es mi cuerpo.
Todas las corrientes de búsqueda interior te dicen que debes partir
por “conocerte a ti mismo”. Yo siempre me preguntaba cómo se haría eso, cómo me
miro para adentro.
Un Curso De Milagros te dice que bendigas el tener tantos hermanos a
tu alrededor porque a través de ellos te ves tú. Y más adelante sigue “Tu hermano es el espejo en el que ves
reflejada la imagen que tienes de ti mismo…” (Cap 7, VII,3 9)
Esta terapia siempre da muy buenos resultados, aunque cueste mucho
verse en esa persona que precisamente te las está haciendo pasar muy mal. Para
entenderla tenemos que cambiar la forma de ver el mundo que vemos, con los ojos que hoy lo vemos.
Podemos ver el mundo de dos maneras:
- Como dualidad, donde todos estamos separados, somos un cuerpo y
concebimos el ataque porque obviamente si tú quieres ganar yo tengo que perder.
Un mundo donde reina el dolor, el miedo, el pecado que lleva irremediablemente
al castigo… y así nos metemos en una rueda de muchas vidas donde vemos repetir
una y otra vez las mismas experiencias. Decimos que siempre sucede igual y de
hecho así es.
Sin embargo, en algún rincón surge esa duda, esa pequeña chispa que
pregunta si no habrá otra manera, que esto no puede ser todo, que en definitiva
vivir para sólo sobrevivir y olvidarse de “vivir”, para estar siempre corriendo
detrás de un “queso” al que nunca llegamos, porque al final nunca es el queso
que habíamos deseado. Hay algo en nuestro interior que nos lleva a buscar otra
fórmula.
- Como unidad. Existe otra manera de ver la vida y es
aprender a ver que vivimos en una ilusión que nosotros nos hemos fabricado
cuando nos separamos de nuestra Fuente, del Origen. Que no tenemos que pensar que Dios está lejos
y que hay que hacer un largo y arduo camino, espinoso y sangriento para llegar
a Él. Entonces si esto es un sueño y estamos dormidos, nada es real fuera de
nosotros porque cuando despertemos nos veremos todos en unidad con la Fuente y
ya no recordaremos esta pesadilla que creímos que era la vida.
Por tanto, si nada externo a nosotros puede hacernos daño ni darnos
placer, qué es lo que vemos en nuestra
pareja, en nuestros hijos, en nuestros padres, en nuestros vecinos… más que a
nosotros mismos?
Lo que más te molesta de alguien es lo que más te molesta de ti, es tu
sombra. Tu hermano te lo está mostrando, es tu espejo. Pongamos un ejemplo: una
persona se queja de que nadie la escucha, vive el desprecio, quiere que la
oigan, se siente desplazada por todos. Ella no entiende por qué. La pregunta es ¿quién es realmente el que no
se escucha? ¿Cuántas veces te has decidido a hacer algo y lo postergas? Tus
hermanos están siendo tus espejos para que mires hacia dentro y veas qué es lo
que debes cambiar EN TI, no en los demás.
La analogía es simple. Te pones delante de un espejo y ves que tienes
muchas canas y no te gusta nada. No le
dices al espejo que vaya a teñirse, verdad? Vas tú y lo haces. Entonces te
vuelves a mirar y ves que ha cambiado la
imagen por una decisión que tú tomaste e hiciste en ti mismo para que se
refleje.
De igual forma funciona el
espejo de tu mente. Alguien te trata mal, es tu espejo, él no debe dejar de
tratarte mal, sino que tú debes ver lo poco que te valoras y lo mal que te tratas
a ti mismo. Cuando tomas conciencia y cambias esa actitud “contigo mismo”,
cambiará la imagen. Entonces esa persona puede que cambie, puede que
desaparezca de tu vida o puede que siga estando pero que ya no te importa más.
Porque el que cambió fuiste tú, por tanto tu imagen ahora es otra.
GRACIELA A. QUATTROCCHI
Especialista en BNE
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